En el mundo del fútbol, cada gol, pase y atajada puede ser más que un logro deportivo; puede convertirse en una dedicatoria cargada de amor, recuerdos y sueños. Dos jóvenes futbolistas de la Academia ATM han demostrado cómo el deporte puede ser un puente hacia la resiliencia y la gratitud.
Damian Millán: Jugando por su hermano
Con tan solo 12 años, Damian Millán está viviendo un momento inolvidable en su carrera futbolística. Su equipo, ATM – Infantil, logró clasificar a los cuartos de final de la Copa Oro 2012 tras una vibrante tanda de penales. La actuación de Damian fue clave: fue elegido como el jugador del partido gracias a su esfuerzo y liderazgo en el campo.
Sin embargo, lo que hace especial su historia no solo son sus habilidades en el fútbol, sino su motivación. Damian juega para honrar a su hermano, quien falleció hace un año. Entre lágrimas y emoción, comparte:
“El fútbol me da fuerzas para seguir luchando por mi sueño y, algún día, dedicarle todos mis logros a mi hermano»
Desde los 5 años, Damian ha encontrado en el fútbol un refugio y una fuente de energía para superar las adversidades. Inspirado por Lionel Messi, sueña con llegar a lo más alto del deporte, siempre con su hermano como su mayor fuerza.
Erick Velázquez: Dos goles con propósito
En otra emocionante categoría, Erick Velázquez, de 15 años, se destacó marcando dos goles en la contundente victoria de su equipo, ATM Matutino, que avanzó a los cuartos de final de la Copa Plata tras un 5-0 frente a El Mate F.C.
Para Erick, cada paso en su carrera es un reflejo de los sacrificios que ha enfrentado junto a su familia. Con humildad y orgullo, reconoce:
“No ha sido fácil, pero valoro mucho los sacrificios que se han hecho. Esto es solo el comienzo de algo grande»
El fútbol ha sido el motor que lo impulsa a superar cada obstáculo, demostrando que con esfuerzo y perseverancia todo es posible.
Fútbol con alma y corazón
Las historias de Damian y Erick son un recordatorio del poder del deporte, no solo como competencia, sino como un espacio donde los sueños se transforman en realidad y los recuerdos cobran vida. Ambos jóvenes representan el espíritu de la Academia ATM: compromiso, pasión y el deseo de llegar más lejos, dedicando cada logro a quienes los inspiran desde el cielo.
Estas victorias no son solo marcadores en un tablero, son gestos de amor eterno. El fútbol, una vez más, se convierte en un idioma universal para expresar lo que las palabras no pueden.
